miércoles, 11 de marzo de 2009

Un español manipulado


Son las 8 de la mañana. Como cada día, medio sonámbulo, me encuentro sentado en el autobús camino de la facultad. El conductor acostumbra a llevar la radio bien alta, no sé bien si para despertarnos o porque es un pelín sordo. Poco a poco, comienza a hacerse un silencio profundo en todo el bus. Todos escuchamos la radio. Hablan de trenes, del cercanías, de estaciones cerradas. Hablan de muertos. 50, 90, nada seguro...

Una vez llego a la facultad, me encuentro desconectado. En la biblioteca, intento a través del móvil saber qué esta ocurriendo, pero sin batería es imposible... Durante un par de horas, en vilo, sin saber nada, sólo puedo pensar en esa gente, en esas familias. ¿Por qué? ¿Quién se merece esto? ¿Qué país se merece esto? Ninguno.

Pronto tuvimos clase, más bien una sesión práctica de anatomía. Y allí, más que la musculatura del perro, el tema a debate era el drama que estaba acaeciendo en Madrid. Preguntando sobre quién podría haber cometido aquella atrocidad, el profesor fue tajante: "los mismos hijos de puta de siempre". Todas las miradas apuntaban a ellos, a ETA. Era lo fácil, lo normal...

En casa, comenzamos a ver las declaraciones oficiales, el fin adelantado de la campaña electoral. Y la convocatoria de una manifestación que se convertirá en la más grande de la historia de este país. En ella, con la defensa de la constitución como lema, el gobierno intentaba empezar a manipular a la opinión pública.

El gobierno mantenía clara su postura de que los culpables de aquel atentado era ETA. 190 muertos. Otegi aparecía en la televisión y rechazaba que ETA tuviera algo que ver, pero la credibilidad de este señor andaba algo deteriorada. Todos, o una mayoría, queríamos creer a nuestro gobierno. En un momento como este, el país necesitaba creer a su gobierno.

Pero al fin, la verdad pudo ir esclareciendose, esa verdad que nos hace libres, que nos libera de un gobierno que quiere mantener engañado a su pueblo. El Señor Acebes, un ministro del interior algo nervioso y, si cabe, con menos credibilidad que el antes mencionado Otegi, tuvo, al fin, que establecer dos vías de investigación. Muy a su dolor, antes de las elecciones.

Y es que el plan les había salido mal. Como diría el chapulín colorado, "no contaban con mi astucia". Pero no con la mía, precisamente, sino con la de otros tantos de españoles, otros tantos de madrileños, que tuvieron opinión crítica y no se dejaron engañar. Yo, triste de mi, me lo tragué todo, hoy aún, me indigna recordar aquellos días. Me indigna el terrorismo, me indigna la derecha manipuladora, me indigna nuestra convenida amistad con EE.UU., me indigna el Sr Bush y el Sr Aznar (o Ansar), me indigna su guerra de Irak, me idigna que el petróleo valga más que las personas, me indigna que una ministra del Opus Dei justifique una guerra porque la gasolina está más barata, me idigna la utilización de las religiones con fines políticos. Me indigna que me manipulen, me indigna y me entristece el once eme.

2 comentarios:

jcarloscrz dijo...

¿Exagera la parábola? Yoooo, creo que no

El_Tigre dijo...

En un momento como este,el pueblo también necesita creer a su gobierno.
Tan triste la amistad con Bush,como la de Hugo Chaves.
Me sigue indignando la guerra de Irak. Yo creo que pensamos totalmente igual:me indigna la utilizacion de la religión con fines politicos y me indigna que me manipulen.