domingo, 15 de marzo de 2009

Dos meses después

Si este blog ha estado parado durante unos meses ha sido, fundamentalmente, porque no han sido los mejores de mi vida. El 15 de enero despedía a mi padre tras unos meses de enfermedad y la cabeza no estaba para escribir mucho. Hoy, dos meses después, quiero compartir con vosotros el sencillo homenaje que escribí días después del entierro.

No quiero más que seguir agradeciendo a todos aquellos que en este tiempo siguen estando cerca mía, siguen preocupándose de mi familia y siguen al pie del cañón, atentos a una lágrima, respondiendo con un abrazo o un beso. A todos, eternamente agradecido.
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Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, ésos son los imprescindibles.

Desde la primera vez que escuché esta frase de Bertolt Brecht pensé en ti papá. No quiero pecar de arrogante ni de soberbio pero sí creo firmemente que mi padre ha pertenecido al grupo de hombres imprescindibles que ha existido y aún existe en esta sociedad. Imprescindibles son los hombres que luchan por los hombres, que defienden sus ideas y defienden a aquel que no tiene los medios para hacerlo. Y ahí estaba mi padre.

Hoy, papá, te queremos dar gracias por haber sido un hombre, y un padre imprescindible. Y si algo hemos podido aprender tus hijos de ti es tu coherencia de vida, tus principios, que nunca fueron sometidos y que siempre te dieron fuerzas para creer en aquello que hacías, y hacer aquello en lo que creías. Eso, para nosotros, es un modelo para toda nuestra vida. Para muchos habrás sido un cabezota, pero para nosotros, un idealista y un luchador.

Quiero también agradecer a Dios que nos haya puesto a cada uno de vosotros en nuestro camino. En este año, podemos decir que nos hemos sentido especialmente arropados por tantos y tantos amigos que han tenido gestos de cariño con alguno de nosotros que no existen palabras para expresar nuestro agradecimiento.

Por último, pediros que recordéis a Ramón como lo que ha sido, para que continúe viviendo en el interior de cada uno de nosotros. Recordad a un manitas carpintero, sindicalista comprometido, familiar, algo cabezota y buen compañero de trabajo, preocupado por la gente de su tiempo. Pero por encima de todo, un buen hombre, para nosotros, imprescindible.

2 comentarios:

R. Leiva dijo...

Pese a los malos momentos...sientete orgulloso, Dios esta con los tuyos. animo amigo.

Anónimo dijo...

no tuve la gran suerte de konocerlo personalmente pero al leer tus palabras me an expresado sinceridad y amor por tu padre se te ve orgulloso y eso no todos lo podemos decirlo Dios esta kntigo,Dios esta en ti te kiero fernado