sábado, 4 de octubre de 2008

Sobre el Amor

Podría ponerme cursi y decir cuál es el sabor de los besos, o hablar de mariposas en el estómago y cosas así. Pero sencillamente, prefiero decir qué es el amor para mí, el amor que hoy vemos reflejado en vosotros, Ángel y María.

Una mirada, entre Ángel y María, una mirada. Una mirada que se transforma en respeto, sinceridad, esperanza, que se transforma en amor. El verdadero amor en una mirada. Porque no se ve bien sino con el corazón. Esa mirada respetuosa, sincera, que se convierte en terapia contra el dolor, la amargura…

El amor comprende y acaricia con la mirada. El amor arroja luz sobre nuestra vida y nuestra realidad. El amor nos ofrece lucidez para llamar a las cosas por su nombre, para animarnos a trabajar, a sacrificarnos por el otro.

Un gesto, entre vosotros, un gesto. Un gesto que se transforma en generosidad, compromiso, entrega, que se transforma en amor. El verdadero amor en un gesto. Porque un gesto, vale más de mil imágenes, y si no me equivoco, más de 1.000.000 palabras. Ese gesto generoso, comprometido, que se convierte en terapia contra el derroche, el egoísmo…

El amor termina en obra, en hecho, en detalle cotidiano, pequeño, casi insignificante... El amor hace no que demos cosas, sino que NOS demos... en tiempo, en energías, en ganas, en vida.

Una sonrisa, entre ellos, una sonrisa. Una sonrisa que se transforma en agradecimiento, alegría, ilusión, que se transforma en amor. El verdadero amor en una sonrisa. Porque cuando nos sentimos amados, no podemos más que sentir agradecimiento. Esa sonrisa agradecida, alegre, que se convierte en terapia contra la mala gana, la queja permanente...

El amor hace que nos sintamos felices, nos hace afrontar la vida con la seguridad de sentirnos acompañados en nuestro caminar. El amor nos hace aprender a sentirnos agradecidos por ser amados.

El amor, al fin y al cabo, es la manera más humana que se nos ha dado de estar en el mundo. Nunca es un refugio, una huída, o una compensación. El amor, cierto es, que no facilita las cosas ni nos hace la vida necesariamente más fácil, pero nos abre al mundo, al otro, y a nuestro yo más auténtico.

Porque, ¿qué sería esta vida sin amor? Si no hubiera amor, toda esta puesta en escena del mundo que gira y gira podrían desmontarlo y llevárselo, podría desclavarlo todo, enrollar el cielo y cargarlo en un camión, y luego podrían apagar esa luz del sol que me gusta tanto, tanto, pero me gusta verla y vivirla con mi amor. Las alfombras, las columnas, los palacios, la arena, el mar, el viento, los perros, las frutas maduras, las tardes de lluvia, las salas de cine, las 7 de la tarde, las bicicletas, los libros, mayo, junio, julio, etc. Podrían llevárselo todo. Pero por suerte, esto no sucede...
Por último, el amor también es fortaleza. Hay un tipo de fortaleza que hace lo que debe hacerse no por ser fácil o emocionante, sino sencillamente porque merece la pena. Y yo le llamaría fortaleza al amor. Y no hay ninguna razón para compartir el dolor más que el amor. El dolor no puede ser abrazado más que llenándolo de amor. Porque el amor no muere, no mata, sino que da vida, y vive en vosotros.

Él es fuente de respeto, sinceridad, esperanza, generosidad, compromiso, entrega, agradecimiento, alegría e ilusión.

Os deseo lo mejor, por toda la vida. Cada vez mejor, cada vez más felices. Siendo, cada vez, menos Ángel y menos María para ser más VOSOTROS.
NOTA: Dedicado a Ángel y María, a toda mi familia, a Natalia.

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